viernes, 19 de febrero de 2010

RRRabietas...

Las rabietas de la pequeña de la casa son el tema estelar. A pesar de ser mi segunda hija hay tipos de rabietas que nunca había yo presenciado, solo leído… Hoy especialmente me fue muy útil releer esta entrada.
Me quedo con estos puntos del artículo para masticar el fin de semana:
**Imagen de Kathy Hare.

..."La mayoría de nosotros evaluamos nuestra paternidad de forma muy estricta. Cuando nuestros niños están felices, cooperativos, amorosos y elegantes, nos llenan de orgullo por ellos y por nosotros como padres. Cuando nuestros niños no están felices o se portan irracionales, nos imaginamos que algo ha ido mal y tendemos a culparnos a nosotros mismos o a ellos. En corto, hemos sido entrenados para pensar en los enojos de nuestros niños como “malos”..."

..."Las rabietas surgen cuando las expectativas de los niños llegan a ser más ambiciosas y más detalladas. Sus ideas de lo que quieren hacer son magníficas, mientras que sus habilidades sólo crecen mediante el desordenado proceso de prueba y error.Conoces la escena. Tu hija no puede hacer las cosas como quiere y, crédito para ella, no se dará por vencida intentándolo. Eventualmente, ella se queda sin nuevas ideas. Ella quiere tener éxito, pero no encuentra la manera. Tus bienintencionadas sugerencias no ayudan porque en este estado emocional ella no puede hacer uso de ninguna guía, ella se desmoronará o abandonará el esfuerzo. Distraerla de su esfuerzo algunas veces esquiva la rabieta y ayuda a corto plazo pero no a largo plazo. Cuando ella regrese a esa tarea del aprendizaje (o cuando, cinco minutos más tarde, ella encuentre otro pretexto para encender sus sentimientos), la frustración explotará de nuevo, porque hasta que una rabieta la disuelva, la frustración se queda guardada en ella, luchando para ser liberada. Los sentimientos de frustración son interferencias diarias en el proceso de aprendizaje, un inevitable resultado del conflicto entre lo que los niños esperan y lo que resulta posible..."

" vimos que niños que estaban a punto de caminar, niños que estaban a punto de hablar, y niños que estaban haciendo relaciones más cercanas con otros, eran más proclives a presentar rabietas. De hecho nosotros primero notabamos la rabieta, y luego observabamos cuidadosamente para descubrir en qué salto o avance estaba trabajando ese niño tan duramente. Nosotros los adultos estamos entrenados para ser tan dependientes del lenguaje verbal que tendemos a ser lentos en la interpretación del lenguaje del comportamiento de los niños..."

"... vernos expuestos a las crudas emociones de nuestros hijos nos hace sentir las crudas emociones que nosotros mismos hemos ido almacenando congeladas durante meses y años. Y a menudo pareciera que nosotros traemos a la luz también nuestros sentimientos guardados reflejándolos en los niños , esto es, suponemos lo que el niño debe estar sintiendo. En realidad, si estamos teniendo un sentimiento al respecto, ese sentimiento es sólo nuestro y no puede ser sino una vaga semblanza de lo que el niño está sintiendo. (Nuestros niños a menudo toman sus más profundos sentimientos y los atan a pequeños pretextos. Nosotros a menudo tomamos nuestros más profundos sentimientos y los atamos a lo que nuestros niños hacen)..."

"...Cuando tememos los momentos de llanto o de rabieta de nuestros niños, es a menudo porque la mayoría de nosotros fuimos dejados solos o fuimos activamente atacados por demostrar nuestros sentimientos abiertamente. Nuestros recuerdos de momentos emocionales no son de apoyo amable y aceptación. Si fuimos tan afortunados de niños, pudo haber habido veces en que alguien pacientemente escuchó mientras sentíamos la frustración pura, pero este evento sería culturalmente raro. Entonces no podemos menos que tener miedo al apoyar a nuestros hijos cuando ellos expresan sus sentimientos.Estos miedos están atados a nuestra propia experiencia, no a la experiencia con nuestros niños, quienes visiblemente se beneficiarían de que los escucháramos si pudiéramos permanecer con ellos a través del viaje emocional completo. De hecho, cuando tu hijo se está desmoronando emocionalmente, es realmente, un excelente momento para fortalecer el apego entre ustedes. No parecerá que él escucha el amor y la aceptación que le estás ofreciendo –él estará muy ocupado con su trabajo—pero cada palabra que digas, cada tono amoroso de tu voz y toque dejarán huella. Él verá que tu estás con él en las buenas y en las malas. Esto es el mejor seguro que un padre puede ofrecer."

4 comentarios:

Zulema dijo...

Te entiendo, y paso por lo mismo casi a Diario, Saul nunca las hacía o muy poco, pero ahora todo es distinto, lo peor, sentirte juzgada como madre, me llevó tiempo entender que nada que ver!

Y a la vez me llevo la lección porque, era comun que cuando veía una rabieta extrema en otro niño, yo misma pensaba, seguro lo castigan, seguro no lo abrazan, seguro esto o lo otro, zaz! que me toca a mi!

Estamos aprendiendo, nunca es igual un hijo a otro, y yo pensaba que si! me sirve mucho lo que he leído acá pero vaya que a veces, or mucho leído, solo es cuestion de ser pacientes y acompañar...

Veremos que pasa =)

GLORIA dijo...

Me encantó la entrada, hata me hizo llorar. Mi hijo y sus rabietas me vuelven loca y a veces pierdo la paciencia......Yo intento estar con él, hablarle, acompañarlo, pero es casi tan terco como yo :0) además se ayuda de todo lo que se le ocurre,cabezazos, mordidas, cachetes y eso me apena porque nunca él ha visto a nadie comportarse así.
Saludos

Ale dijo...

Cierto Zule, los hijos se parecen por fuera pero no por dentro jejeje... Y sobre los niños ajenos "berrinchudos" yo pensaba la mismo, que eran "malqueridos" hasta que Azul vino a ponerme en mi lugar.

Gloria me alegra que sirvan para algo mis transcripciones, ojalá vayamos encontrando las formas de ayudar a nuestros peques.

Ileana Medina dijo...

Qué buenísimo el último fragmento!!! Me lo voy a imprimir y pegar en la puerta de la nevera!!!

Gracias!!! Besos!!!