viernes, 14 de marzo de 2008

La frustración, innecesaria en la infancia


Ayer en casa platicabamos sobre este tema, sobre la urticaria que nos causa escuchar decir que los niños "te toman la medida"... Que tristeza me da pensar que hay padres que se atreven a desconfiar de su hijo de 2-3 años, que se ponen el saco de la prepotencia y son capaces de negar lo que para mi es innegable, un abrazo a un ser querido en el momento que más lo necesita, aunque no sepa cómo pedirlo más que llorando.

Un padre contaba orgulloso que su niña le pidió que la cargara, -pero cómo si ya sabes caminar! y la deja ahí llorando, tirada en el piso...para que "no se le suba a las barbas", para que "aprenda quién manda"...Que escena tan desoladora...Que triste por la niña, que sólo pedía contacto con papá, cercanía. Y también que tristeza por ese padre, que se perdió aunque fuera por esa única vez (aunque lo dudo) de la magia que implica abrazar a un hijo. Que pena que podamos ser tan ciegos al corazón propio y sobre todo al de nuestros niños.


Este es un artículo de Yolanda González (II Jornadas de Educación y Crianza, La Serrada) / Ilustra: Patricia Metola.


Vivimos en una Sociedad, donde desde la más tierna infancia, se nos enseña a soportar la frustración. Existe la creencia generalizada, de que si no hay frustración marcada por los adultos, los bebés y los niños-as, no logran tener ningún límite a su demanda (“perversos polimorfos”) y como consecuencia, devienen en sujetos anti-sociales y no adaptados. Hemos aceptado, que la vida es dura y cruel. Y nuestros hijos deben prepararse para afrontarla cuanto antes. Es por ésto, que desde que son bebés, recibimos consejos permanentes sobre cómo evitar que nuestros hijos se malcrien: "No lo cojas en brazos" "No atiendas a su llanto, que primero te piden la mano y luego te toman el brazo". "No transijas, pues se subirán a las barbas". Tantos y tantos tópicos, con el único objetivo de que esos bebés, ávidos de contacto epidérmico, de mirada amorosa, de empatía profunda, vayan aprendiendo a través de la frialdad, a ser "Duros", que no fuertes. Poco a poco, la sociedad nos transmite que debemos acorazarnos. Con una coraza rígida e insensible ante el dolor de los otros "porque la vida es así". Poco a poco, nos distanciamos de nuestro instinto protector, y de nuestro sentido común, para ser máquinas que responden al sistema, con sumisión. Aceptamos las normas, aunque sean irracionales, y formamos parte del engranaje. ¿Qué hemos olvidado? ¿Qué confundimos cuando hablamos de límites, educación, autoridad, frustración...? Olvidamos que ese bebé y ese niño, tiene una innata capacidad, para SENTIR mejor que nosotros-as cuáles son sus necesidades más imperiosas. Olvidamos que, siguiendo a manuales o recomendaciones que dinamitan el sentido común (el más escaso de los sentidos), violentamos el proceso natural de autonomía y auto-estima, que se forma tan sólo desde el respeto a sus necesidades básicas. Tan sólo una respuesta sensible y empática a sus necesidades primarias, garantiza un desarrollo psicoafectivo saludable. JAMAS, debemos de frustrar las necesidades afectivas. ¿ A quién le ha hecho daño un abrazo, una mirada cálida o una presencia en los momentos de mayor necesidad? A quién le hace daño el amor? Confundimos la frustración de necesidades culturales, con la frustración de las necesidades afectivas. La única frustración saludable, es la que frena el sinsentido del consumismo. Consumismo de la Tv. no constructiva. De los dulces excesivos. Sabemos que comprar y comprar, tapona en pequeños y mayores, grandes lagunas y ausencias afectivas. Y la sociedad no limita, sino fomenta estas necesidades vacías. Estas y no las otras, son las necesidades secundarias o culturales que debemos aprender con inteligencia y amor, a limitar. Muchos pediatras, autores, vecinos, cuestionan la lactancia natural prolongada. Y la justifican desde psicologizaciones y teorizacíones, sin ningún fundamento. Sin ningún seguimiento práctico y directo de bebés, que de forma sólida, permita realizar dichas afirmaciones. Y en los casos que se acompañan de observación, lo observado responde generalmente a lo "normal" y estadístico para la sociedad actual , ignorando y desconociendo lo que pudiera ser "lo sano". Intentan imponer con sus criterios, lo que hace la mayoría, sin cuestionar, si esos criterios generan felicidad o infelicidad, salud o normalidad. Frustrar la necesidad del pecho a demanda y la necesidad de la lactancia prolongada (en los casos que así se decida, o en su defecto un biberón dado con contacto y amor) , es negarnos una experiencia esencial en la vida: Porque, conocer el placer y el amor, es la mejor prevención de trastornos psicosomáticos posteriores. Permitir que el bebé, explore cuáles son sus necesidades y que el medio se las posibilite, es lo que crea confianza y seguridad en la vida. Es lo que posibilita el vínculo. El apego seguro. Los padres, y el profesorado están a veces muy desorientados con tanto bombardeo informativo y contradictorio. Es por ello muy importante, desarrollar la capacidad de empatizar con nuestros bebés ya desde el embarazo, para que el continuum de relación, ese " hilo mágico" como me gusta llamarlo y que algunos padres y madres percibimos desde el nacimiento hasta la autonomía de nuestros hijos, sea el mejor antídoto ante tantas influencias nefastas en el desarrollo saludable de la primera infancia.-Ese "hilo mágico", se llama VINCULO, y su base es la confianza, la seguridad y sobre todo el AMOR, del bueno.

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