jueves, 16 de octubre de 2008

Una mamá que canta

Comenzó como una estrategia para entretener a los niños en el carro, hace ya casi dos años que nos cambiamos de casa y desde entonces nuestras salidas en carro son casi todas largas.

Cómo entretener (yo sola y además de ir conduciendo) a dos pequeños en recorridos de mínimo media hora amarrados a una silla de carro y con el sol encima? Pues usando su imaginación para "llevarlos" a otras realidades, por sus edades no funcionaban los cuentos (a menos que sean muy cortos y siendo cortos no me alcanzan para el recorrido), lo que me funcionó y me funciona son las canciones...Cabe mencionar así como entreparéntesis, que no canto nada-bien, pero eso es lo que a los niños menos importa. El repertorio de canciones tampoco es muy amplio que digamos. Aunque algo hemos hecho al respecto.

Primero tuve que escarbar un poco en la memoria, remontarme a mi propia infancia y ocurrió algo curioso, conforme cantaba iban viniendo a mi mente letras que yo ni siquiera creía recordar, en voces a la vez tan cercanas al corazón y tan lejanas en el espacio-tiempo (la voz de mi abuela por ejemplo).

Así, en un congestionamiento de autos en un día lluvioso de pronto me llegó el: "Que llueva, que llueva, la virgen de la cueva, los pajarillos cantan, la nube se levanta, que sí, que no, que caiga un chaparrón!!!"

O cuando comentaba con mi hijo sobre la nueva escuela, que de pronto me sorprendí tarareando (y luego cantando -según la melodía avanzaba llegaban a mi mente las palabras semiolvidadas que completaban la rima-), el clásico: "Caminito de la escuela, apurándose a llegar, con sus libros bajo el brazo, va todo el reino animal...."

Y así, poco a poco, con el paso de los días hemos ido formando nuestro "repertorio" de canciones, cada una según la actividad del día ("la patita, de canasta y con rebozo de bolitas, va al mercadoo, a comprar todas las cosas del mandadoo..."), o según el clima ("Sol, solecito, calientame un poquito..."). Aunque hay rachas que nos da por cantar la misma canción miles de veces varios días (ooota vezzzz mamáaaa)...

Un buen día, nos regalaron un disco de canciones en la escuela de mi hijo, yo lo recibí más emocionada que ellos porque creí, ilusa de mi, que a lo mejor aunque sea por un tiempillo me iba a librar de ir cantando y podría, mientras conducía, pensar en alguna otra cosilla irresuelta de mi vida mientras mis hijos cantaban siguiendo al disco...Pero No. Nada más escuchar el primer verso sin mi voz, ambos protestaron: Pero canta tú también mamáaaa!! Así que nada, la magia sólo funciona de viva voz jeje...

Es un modo maravilloso de pasar por el tráfico de las horas pico, es más es hasta terapéutico para mi, por qué, quién es capaz de enojarse con la cotidianeidad y las prisas de los demás si se tiene de fondo dos vocecillas que tararean con lengua floja "cu-cú, cantaba la rana, cu-cú, debajo del agua" ?

Aunque siendo sincera, hay días que por los enredijos que traigo en la cabeza de lo que menos tengo ganas es de saber algo de "doña cigüeña de pico colorado". Pero vale la pena hacer el esfuerzo de dejar la carga mental en la cajuela de carro, lo que más trabajo cuesta es empezar, ya después, conforme voy metiéndome en el mundo de "el muñeco pin-pon" o de "el chorrito que se hacía grandote y chiquito", está todo cantado.

Antes de tener hijos yo no cantaba en público pero ni en la iglesia, quién me lo iba a decir, que de los momentos que comparto con mis hijos, este, de cantar con ellos, es uno de los más mágicos y divertidos del día. Y luego, cuando los descubro tarareando solitos lo que les canto o cuando cantan nuestras canciones sin que yo esté, me inunda un sentimiento de satisfacción que no me cabe en el pecho de imaginarme que a través de su canción evocan "nuestros momentos" y suspiro de saber que están pensando alegremente en mamá.
Toda esta reflexión viene al caso porque ayer papá nos regaló "El libro que canta" de Yolanda Reyes, y quería recomendarlo con todo el corazón de mamá que canta, para las futuras mamás y para aquellos mamás-hijos que saben la magia que se desprende al cantar juntos una canción infantil, aquella magia que yo viví en voz de mi abue y luego olvidé por años hasta que afortunadamente permití a mis hijos venir a desenpolvar.
***Imágenes:
Arriba, "Shamán" del blog de Camila Fernández de Córdova
Aquí, la portada de "El libro que canta" por Carolina López

1 comentario:

Aydee dijo...

Hola Ale que tal, aqui mandandote muchos saludos y esperando que todo les vaya de maravilla, como le atinaste al clavo en tu entrada es lo que me pasa, Karol es muy afecta a las canciones mas que a los cuentos ultimamente no sale de conejo blass jajajaj hay me tienes como periquito repite y repite la dichosa cancion creo que es la que mas le gusta he tratado de cantarle otras y pone atencion pero de rato me dice "no, tata seso" (no, canta conejo)las canciones no faltan para dormir jiji pero estoy empezando a alucinar al bendito conejo. Le compre un disco con canciones de crici y le gustaron espero que le gusten durante mucho tiempo.

Gracias por tu sugerencia la estoy tomando mucho en cuenta.

Saludos sinceros

Aydee