jueves, 9 de octubre de 2008

Mi reseña del seminario Primera infancia y lectura.


"No fomentamos la lectura para exhibir bebés superdotados sino para garantizar, en igualdad de condiciones, el derecho de todo ser humano a ser sujeto de lenguaje: a transformarse y transformar el mundo y a ejercer las posibilidades que otorgan el pensamiento, la creatividad y la imaginación." Yolanda Reyes.

Me parece crucial comenzar este post en el marco del párrafo anterior. El dar de leer a los niños desde la primera infancia (o desde siempre), no es una pretensión adulta de querer "adelantarlos" de alguna manera frente a otros niños o bebés de su edad.
Para mi, el poner una rima en los oídos de un bebé, o un libro de cartón en la boca, o un libro de imágenes en los ávidos ojos de un pequeño no es de ninguna manera pretender que "lea antes de tiempo", es más no es pretender que lea.
La lectura no debe ser el objetivo académico. La lectura debe ser una herramienta de comunicación, para consigo mismo y tambien para con el mundo exterior, de tal manera que a través de los libros el niño tenga acceso a "otros mundos" a otras realidades, la lectura amplía horizontes, y nos da un abanico mucho más rico en posibilidades para desarrollarnos.
El día de ayer escuché en un programa de radio unos datos que me dejaron perpleja, se hizo un estudio a niños de 15 años en México, de escuelas secundarias públicas y privadas, en donde los hacían leer un párrafo de una noticia del periódico y luego se les hacían algunas preguntas para evaluar la comprensión de la lectura. El 51% de niños reprobaban la evaluación. Es escalofriante si pensamos que en estos niños mínimo se ha invertido 10 años de escuela y tristemente no saben leer... No es su culpa por supuesto. El sistema escolar está pensado para que aprendan a DESCIFRAR el código de la lengua escrita, mientras que debería (como se concluyó en el seminario) enseñarse cómo INTERPRETAR.

Por ello se requiere sentar ciertas bases antes de la escuela primaria, el niño debería, antes de leer, ya conocer los libros y conocer el potencial que se encierra en ellos. Saber que son un medio de transporte hacia otras realidades, que son la herramienta básica para construirlo todo, para encontrar las respuestas que buscan.

Y cómo se logra eso? cómo se asientan tales bases? Eso es trabajo de quienes convivimos con bebés y niños pequeños. Debemos rodearlos de cánticos y rimas filtrados entre los abrazos y los besos que les damos. Debemos cobijarlos con historias y cuentos que los transporten: sentados en nuestras rodillas, pero al mismo tiempo volando entre los "había una vez..."

Acercarlos de la manera más cariñosa y lúdica posible, para que encuentren entre los libros las puertas que necesitan.
Guardar todo esto en el "baúl" de su memoria creo que tendrá como fruto el que los libros, las letras, sean amigas de siempre, sean compañía habitual en sus vidas. De tal forma que siempre las tengan a mano para construir sus sueños, para conocerse y para conocer su mundo, y luego, transformarlo.

Sé que las mamás y los papás no necesitaríamos justificaciones académicas para hacer todo esto, - cantárles, leerles mientras los acunamos en brazos o sobre nuestras rodillas - ; y sin embargo las hay: El juego con la música y la poesía le permitirá al niño saber que las palabras pueden descomponerse (mar-ti-ni-llo, mar-ti-ni-llo, dón-de estás) esto les brinda claves sonoras de decodificación. El contacto con los cuentos y su estructura narrativa le proporciona estructuras invisibles escenciales para las operaciones de planeación, propias del lenguaje escrito. El acto de hojear libros de imágenes le dará la experiencia espacial y la noción de lateralidad definitiva para el manejo del espacio gráfico, tanto en la lectura como en la escritura. La riqueza de vocabulario le facilitará nuevas operaciones de construcción de sentido. La voz lectora de mamá o papá enseñará las cadencias, los ritmos, la entonación, las pausas y los silencios mejor que ningún manual de ortografía. Así como aprendemos a entonar oyendo a los hablantes, aprendemos a dar voz a la lectura escuchando a nuestros lectores modelo.

Estoy ahora leyendo el libro "La casa imaginaria, lectura y literatura en la primera infancia" de Yolanda Reyes. Y la recomiendo ámpliamente, te lleva de la mano con los por qués y los cómos de la lectura a los más pequeños, es de verdad, una delicia de libro, es curioso pero para mi ha sido como si al estarlo leyendo viniera de pronto un sabor a caramelo en la boca.

Y ya por último, ahí mismo me he encontrado con un párrafo que me dió escalofrío porque retrata un instante maravilloso de la vida de cada quién: me recordó el mio (ya tan lejano) y me recordó a mi hijo, que lleva días felicísimo de encontrar en todos los letreros que vemos por la calle "su letra" o la letra de Emiliano, su mejor amigo, -¡mira mamá mi SSSSS de mi nombre, mira la EEEEE del nombre de Emiliano!...

Un día sin embargo, a un lado de la carretera, desde la ventanilla de un coche (no recuerdo ya el destino de aquel viaje), ví un cartel. La visión no pudo haber durado mucho tiempo; tal vez el automóvil se detuvo un instante, quizas sólo redujo la velocidad lo suficiente para que yo viera, de gran tamaño y semejantes a una aprición, formas similares a las de mi libro, pero formas que no había visto nunca antes. Supe sin embargo, de repente, lo que eran; las oí en mi cabeza; se metamorfosearon, dejaron de ser líneas negras y espacios blancos para convertirse en una realidad sólida, sonora, plena de significado. Todo aquello lo había hecho yo solo. nadie había realizado por mí aquel acto de prestidigitación. Las formas y yo estabamos solos, revelándonos mutuamente en silencio, mediante un diálogo respetuoso. El haber podido transformar unas simples líneas en realidad viva me había hecho omnipotente. Sabía leer. Alberto Manguel.


** Las imagenes:
Arriba, "érase una vez" de Patricia Metola.
Y aquí un collage de fotos de mis hijos en la expo del seminario, disfrutando, tocando e "iluminando" las ilustraciones infantiles.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola Ale, que razón tienes en lo que escribes. Fíjate que yo le empezé a comprar libros a Héctor desde antes de nacer y hoy con su casi año y medio es fan de ellos, los tiene a la mano, y cuando quiere ve por ellos y con él en mano regresa a mí para que lo leamos juntos. Es un placer para mí como mamá y periodista que mi hijo integre los libros como parte importante de su vida... aún cuando esté comenzando.
Un beso
Any
Mamá de Alta Demanda