martes, 2 de septiembre de 2008

Sobre la maternidad


Algún día, hace tiempo ya, leí este texto sobre la maternidad en un foro y debí haber estado medio hormonal porque recuerdo que al seguir las líneas iba soltando una que otra lagrimilla por lo cercano que me resulta desde que soy madre.

Al llegar al párrafo donde habla del marido, pensé en el mio, en lo afortunada que soy de habérmelo encontrado en la vida y en que, efectivamente me pasó como a la autora, que nunca pensé enamorarme cada día más de él como me pasa ahora, al verlo en su papel de "Padre de mis hijos" (entrecomillo el resumen de: jugar con ellos, abrazarlos, besuquearlos, bañarlos, limpiarlos, consolarlos, dialogar con ellos cuando su madre se aleja un poco por haber perdido la paciencia, levantarse a media noche para atender a uno mientras la mamá atiende a la otra, levantarse más temprano que toda la tribu para adelantar la logística del día a día, por ser mi sostén emocional y un sinfin de etcéteras que no terminaría de escribirlo todo).

Ayer él mismo me pidió guardar esto aquí para tenerlo a mano, le gusta leerlo porque él ha sido testigo en primera fila (o más bien co-protagonista) del cómo la mujer de la que se enamoró, se convirtió en otra por el "simple" hecho de ser mamá.

Porque antes de ser mamá pensaba que esto de tener hijos era sólo eso: parir, alimentar, vestir y ver crecer niños parecidos a ti y a la persona que amas; luego llevarlos a la escuela, comprarles el juguete de moda en día de reyes para un día verlos salir por la puerta de tu casa y dejarte nuevamente a solas con tu vida.
Ni me imaginaba lo que dos hijos podían ocasionarme, una vuelta de 180 grados que trastocó absolutamente toda mi existencia, un cambio vital que vino a revolucionarme desde mi misma escencia, ví derrumbarse mis preceptos de la mayoría de las cosas, y de pronto me encontré (y me encuentro) reconstruyéndome toda dentro de un nuevo orden de ideas, a la luz de dos pares de ojillos redondos, tomando una regordeta manilla de cada lado mío.

He aquí el texto, (aviso que después de leerlo queda un nudo en la garganta):

Nos juntamos para almorzar cuando mi amiga me comenta que ella y su pareja están pensando en tener familia.Estamos haciendo una encuesta, - me dice medio en broma. - ¿Crees que deberíamos tener un bebé?Te cambiará la vida, - le contesto intentando que mi voz suene neutral.Sí, ya sé, - me dice, - ya no podremos dormir hasta tarde los fines de semana, ya no tendremos vacaciones espontáneas...

Pero eso no era lo que yo pensaba. Miro a mi amiga intentando decidir qué decirle. Quiero que ella sepa todo lo que no aprenderá en los cursos de preparto, quiero que sepa que las marcas físicas que dejará el embarazo sanarán, pero que convertirse en madre le dejará una marca emocional tan profunda que la hará vulnerable para el resto de su vida.Pienso en advertirle que nunca más leerá un periódico sin pensar "podría haber sido MI hijo". Que cada vez que se entere de la caída de un avión, de un incendio se sentirá perseguida. Que cuando vea fotos de niños hambrientos, se preguntará si puede haber algo peor que ver a un hijo morir.Miro sus uñas perfectamente arregladas y su ropa impecable y pienso que sin importar lo sofisticada que sea, convertirse en madre la reducirá al nivel tan primitivo de una osa protegiendo a su cría. Que una llamada urgente: ¡Mamá!, la hará dejar caer un souffle o su mejorcristalería sin pensarlo dos veces.

Siento que debería prevenirla que ya no importarán los años que haya invertido en su carrera, que su profesión pasará a segundo plano por la maternidad.Que podrá arreglar para que su hijo esté bien cuidado mientras trabaja, pero un día, entrando a una importante junta de negocios, creerá oler el dulce aroma de su bebé, y que deberá utilizar cada milímetro de autodisciplina para no salir corriendo a su casa, sólo para asegurarse quesu bebé está bien.Quiero que mi amiga sepa que las decisiones de todos los días ya no serán una rutina. Que el deseo de un niño de 5 años de entrar al baño de hombres en Mc Donald's se convertirá en un dilema mayor. Que en ese momento, entre el ruido a bandejas y los gritos de los niños, sopesará importantes argumentos acerca de la limitación de la independencia de su pequeño y la posibilidad de que un depravado se pueda esconder en ese baño al que ella no podrá entrar. Que sin importar lo decidida que sea en la oficina, cuestionará todas las decisiones que tome con respecto a su hijo.

Mirando a mi atractiva amiga, quiero asegurarle que aunque pierda los kilos de más que le deje el embarazo, jamás se sentirá igual acerca de sí misma.Que su vida, tan importante ahora, pasará a segundo plano cuando tenga a su hijo. Que no dudaría en dar la vida por él sin meditarlo un instante, sin embargo deseará vivir más años, no para cumplir sus propios sueños, sino para ver a su hijo cumplir los suyos. Quiero explicarle que la cicatriz de la cesárea y las estrías se convertirán en medallas de honor.

La relación de mi amiga con su marido cambiará, pero no de la manera que ella cree. Quisiera que ella entendiera cuanto más se puede amar a un hombre que se levanta por las noches a acunar a su hijo y que siempre está dispuesto a jugar con él. Creo que debería saber que se enamorará de él otra vez, por razones que ahora encontraría muy poco románticas.

Quisiera que mi amiga pudiera saber lo identificada que se va a sentir con otras mujeres que a través de la historia han intentado detener una guerra, los prejuicios o choferes alcoholizados. Quisiera que entendiera porque yo puedo ser muy racional acerca de muchos temas, pero me vuelvo temporalmente irracional cuando discuto el peligro que significa una guerra nuclear en elfuturo de mis hijos.Quisiera describirle a mi amiga la exaltación de ver a su hijo aprender a andar en bicicleta. Quisiera poder reproducirle esa risa contagiosa que escapa del alma del bebé cuando toca la suave piel de un gato o un perro por primera vez. Quisiera que saboreara esa felicidad al abrazarlo que es tan real, que duele.

La mirada intrigada de mi amiga me hace comprender que los ojos se me han llenado de lágrimas.Nunca te arrepentirás, - le digo al fin, tomándole la mano y ofrezco una plegaria silenciosa por ella, y por mí, y por todas aquellas mujeres meramente mortales que se enfrentan a los tropiezos de la maravillosa experiencia llamada maternidad.
**La imagen que ilustra se llama "la hija del rey pantano" y es de Loly&Bernardilla.

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