lunes, 18 de enero de 2010

Rabietas


Más sobre Rabietas, nunca está de más leer y releer, sobre todo para tener las ideas frescas al respecto cuando suceden y no dejarme llevar por mis propios sentimientos de enojo al respecto. Al interiorizar las lecturas me hago mis propias conexiones cerebrales para que esté el camino habilitado hacia mi "cerebro racional" y poder ayudar mejor a mi hija a pasar por estos dolorosos episodios. Estos párrafos son mi resumen del tema como lo aborda el libro "La ciencia de ser padres" (ya saben, quitando lo que no me gusta, en este caso, quito por ejemplo la referencia al "tiempo muerto" y algunos otros detalles) :

**la imagen, de Paula Metcalf.

Debido a su intensidad las rabietas no solo asustan al propio niño sino que provocan en los padres sentimientos de impotencia, ineptitud, agobio o la sensación de estar a punto de estallar. Esto es particularmente cierto cuando las emociones intensas de los padres no recibieron la respuesta adecuada cuando eran niños. Controlar los sentimientos propios mientras dura la rabieta de un niño puede ser todo un arte. Es vital que la situación no se convierta en asunto de ganadores y perdedores sino que el adulto mantenga la calma y piense en formas de afrontar los sentimientos del niño.
Por qué las rabietas son importantes
La regulación emocional de los sentimientos del niño durante esta tormenta de emociones le permite establecer conexiones cerebrales esenciales para el control del estrés y la confianza en si mismo cuando sea mayor.
No todas las rabietas son un pulso de poder
Muchas nacen de un auténtico dolor emocional. Algunas contienen un dolor terrible como por ejemplo, la frustración de no conseguir que los amados padres comprendan algo sumamente importante para él.


Hay dos tipos distintos de rabietas:


Rabieta de angustia

Su estallido significa que se ha activado uno de los tres sistemas de alarma del cerebro inferior del niño (ira, miedo, angustia de la separación). Como resultado el sistema de excitación del niño queda descompensado y niveles excesivamente altos de cortisol recorren su cuerpo y su cerebro. Con estas dramáticas alteraciones el cerebro suspende sus funciones reflexivas y los centros verbales. Así que intentar hablar con el niño en este estado o esperar que nos hable de sus sentimientos es una pérdida de tiempo. Lo único que puede hacer es descargar sus emociones.
Se debe tomar en serio estas rabietas y responder con comprensión y sensibilidad al dolor. Enfadarse con la angustia genuina del niño significa que este nunca llegue a desarrollar mecanismos inhibidores en su cerebro superior: imaginemos a un hombre que da patadas a una máquina expendedora que no funciona bien.
Ayudándole a afrontar sus intensos sentimientos de ira, frustración o angustia contribuimos a que el niño desarrolle conexiones cerebrales que le permitirán calmarse en situaciones de estrés. Los niños se sienten muy reconfortados cuando descubren que los adultos pueden calmar y entender las tormentas que sacuden sus cuerpos y cerebros. Pero se trastornan mucho cuando, ante su terrible dolor emocional, mamá se enfada o lo deja solo.
Cómo tratar las rabietas de angustia: puntos clave.
Recurre a acciones simples y tranquilas, ofrécele una elección sencilla por ejemplo si está trastornado por tener que vestirse.
La distracción es una técnica fabulosa porque activa el sistema de búsqueda del cerebro inferior, le despierta la curiosidad y el interés en algo y esto se impone por naturaleza a los sistemas de ira y de angustia. También libera dopamina (importante sustancia química de excitación positiva del cerebro que reduce el estrés).
Abraza a tu hijo con ternura, la cercanía de tu cuerpo tranquilo le devuelve el equilibrio a sus sobreexcitados sistemas de alarma corporal y estimula la secreción de oxitocina y opioides.
En ocasiones basta sentarse tranquilamente junto al niño y hablarle con voz suave.
Evita usar el “tiempo muerto”, si tu mejor amiga estuviera llorando y retorciéndose por el suelo no la dejarías sola.
Recuerda que la angustia de tu hijo es auténtica. El niño de dos años que chilla porque le han quitado un carro de juguete no pretende hacer una escena. Los estudios demuestran que la sensación de pérdida activa los centros del dolor del cerebro y causa una angustiosa falta de opioides. Los niños pequeños llevan pocos años en este mundo y no cuentan con una perspectiva clara de la vida. Los adultos contamos con un bagaje de conocimientos y experiencias que nos dicen que la pérdida de un juguete no es un hecho grave.


Rabietas del pequeño Nerón
La actividad cerebral que tiene lugar durante una rabieta de angustia es muy distinta a la que caracteriza las rabietas del pequeño Nerón. El niño que sufre una rabieta de angustia no puede pensar ni hablar racionalmente. En cambio, el niño que tiene una rabieta de pequeño Nerón utiliza sus lóbulos frontales o cerebro superior para mostrar un comportamiento calculado y deliberado. Es importante que las diferenciemos. Si recompensas a menudo las rabietas de este tipo cediendo a las exigencias del niño corres el riesgo de moldear en él un sistema de Ira muy sensible en su cerebro. Es así porque la mera experiencia de la ira sin la capacidad del pensamiento racional puede hacer que la ira acabe formando parte estructural de la personalidad del niño.
Técnicas para hacer frente a estas rabietas.
Pronuncia un “no” claro y firme e intenta controlar tu propia rabia. A ningún ser humano le gusta que le controlen.
Enfréntate con firmeza a las órdenes de tu hijo. Explícale con claridad y firmeza que las órdenes no se toleran como medio para conseguir lo que uno quiere.
Háblale del encanto social. Funciona mejor con niños mayores, con un cerebro superior más desarrollado: “si pretendes dar órdenes a la gente, no querran escucharte. Si quieres algo de mí ¿puedes pensar en una forma de pedirlo que despierte ganas de complacerte?
Recurre al humor y al juego. “Parece que tienes muchas ganas de dar órdenes, hagámoslo juntos con el cepillo de dientes” “Ven aquí ahora cepillo de dientes!” La treta sirve para redituarle y entrar ambos en el mundo del humor. También sirve para enseñarle que no tomas en serio los abusos.


Distingue entre las rabietas de angustia y las de pequeño Nerón. No siempre es fácil y además una puede conducir a la otra. Obviamente nunca hay que recompensar frases como “cómprame un bollo YA!” Pero si el niño tiene una reacción de angustia ante tu negación, necesitará ayuda para calmar sus emociones. El mensaje que has de transmitir a tu hijo es “no acepto órdenes pero te ayudaré si estás sufriendo” Todos los mamíferos están genéticamente programados para reaccionar con ira cuando no reciben la recompensa deseada y sus lóbulos frontales no están desarrollados para apaciguar esta emoción.

6 comentarios:

Desdemicordilleradelosandes dijo...

ale, estoy juzto pasando por esa etapa con mis hijos , esta bien bueno el post, lo imprimo .
besitos

Ale dijo...

Greisi te mando un abrazo lleno de kilos de paciencia...jeje...

GLORIA dijo...

Hola Ale,

Hace mucho tiempo que sigo tu blog y me parece fantastico.
Este post es genial , mi hijo esta en una fase que es pura rabietas y yo ando haciendo ejercicios de respiracion y contencion todo el rato.
Por cierto ahora que tengo un hueco algo mas grande de lo normal me pongo como tu seguidora oficialmente.

Saludos

Ale dijo...

Hola Gloria! En un ratito que tenga irè a conocerte a tu blog.
Saludos!!

Paola* dijo...

Ale, siempre te leo, aunque silenciosa te leo. Y siempre encuentro en tu "biblioteca" algo que me ayude a pasar por el momento que estemos viviendo. Ahora tocó rabietas, y como siempre, muuy bueno!!
Me lo puedo llevar a mi blog para hacerle mis anotaciones???
Besos

Anónimo dijo...

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