lunes, 20 de abril de 2009

Tras los pasos (verticales) de papá

Todavía puedo sentir esas mariposas en la panza de aquel día cuando mi hijo se bajó de mi regazo y comenzó a gatear por primera vez, o el día que contuve la respiración mientras él se soltaba de mis manos para dar sus primeros pasos, en ambos casos papá lo animaba llamándolo desde el otro lado del pasillo.

Y este fin de semana, Santi decide de nuevo dar unos pasos hacia papá con mayor grado de dificultad: en forma vertical.

El papá tiene una pasión por andar cargado de equipo, colgado de las cuerdas, trepado en las rocas o metido en cuevas (bueno, él lo llama de otras formas más elegantes claro). Y ahora mi hijo se ha dispuesto a hacer realidad uno de mis temores, sumarse a las actividades de papá. El cual por supuesto no cabe en sí mismo de orgullo y fascinación. Yo por el contrario me quisiera comer todo lo comible de las uñas y no me queda otra que quedarme callada, hacerme a un ladito y permitirles desplegar a ellos dos su relación Padre-hijo.

Hoy bajando las fotos que les tomé, recordaba un artículo que leí hace poco gracias a un foro de crianza, extraído de AQUI. Cuando lo leí le dí la razón, cierto que el papá no tiene las mismas cualidades que la mamá para hacerse cargo de sus crías pero eso no quiere decir que no las tenga en absoluto, simplemente que son distintas. Pensaba: claro, mi José se hace cargo infinitas veces de los niños, cuando le toca los viste, los peina, los alimenta...Por supuesto que confío en sus "habilidades de crianza" aún cuando sé que es muy distinto a mi. Y ayer fuí puesta a prueba, porque el hecho de que un niño esté mal combinado de la ropa no pone en riesgo su vida o su integridad física, pero qué tal un niño colgado de una cuerda a tres metros de altura ¿? =S. Bueno, pues como papá lo está enseñando y se hace cargo de la seguridad, esta mamá puede estar tranquila...Me queda claro que no soy la única protagonista de la vida de mis hijos, y me alegra.

“No se trata de papá o mamá, sino de papá Y mamá ofreciendo dos accesos distintos e integradosa la vida en la sociedad y al vínculo con los demás”
Sergio Sinay

En el siguiente artículo de Sergio Sinay se habla de las diferencias entre un papá y una mamá. Hombres y mujeres biológicamente están igual de predispuestos para la crianza de los hijos, exceptuando por supuesto la lactancia materna.
Que la predisposición en crianza sea igual en papás y mamás no significa que seamos exactamente iguales. Por un lado la sociedad nos aboca a unos y a otros a asumir roles diferenciados, por lo que los padres se especializan en unas tareas y las madres en otras. También ocurre que papás y mamás actuamos de diferente manera. Nosotros tenemos una relación más física con los hijos y las mamás un vínculo más emotivo.
“¡Qué horror, se nota que lo vistió el padre! Fijate la combinación de colores”
“¡Ay, Dios, no lo tires así al aire que se te va a caer y se va a lastimar, pobre chico”
“Cuando él los lleva a jugar vuelven hechos un desastre”
Cada vez que un papá participa en la crianza de sus hijos vistiéndolos, jugando o llevándolos a pasear, hay muchas probabilidades de que estos comentarios se produzcan. Muchas veces están dichos con cariño, a veces con fastidio, otras con resignación.
¿Están menos capacitados los padres que las madres para la crianza efectiva, cotidiana, de los hijos? ¿Son menos hábiles? ¿Se dan menos maña?
El papá no está menos capacitado que la mamá. Ambos tienen capacidades distintas, complementarias e irremplazables. El papá tiene una relación más física con sus hijos y la mamá un vínculo más emotivo. Kyle Pruett, prestigioso especialista del Centro de Estudios sobre la Niñez de la Universidad de Yale y autor del libro Fatherneed (La Necesidad de Padre) cita numerosas investigaciones según las cuales ambos, papá y mamá, tienen una similar predisposición emocional para guiar, cuidar y nutrir a los hijos. “Son la sociedad o sus familias las que no los preparan de un modo similar para ello”, apunta. Trabajos del psicólogo Ross Parke, de la Universidad de California, muestran que ambos son igualmente capaces de interpretar y entender las conductas de los chicos. El experto Michael Lamb concluye que “con excepción del amamantamiento no hay evidencias científicas de que las mujeres estén biológicamente mejor predispuestas que los hombres para la crianza”.
¿Por qué, entonces, los papás siguen siendo menos confiables? Creo que debemos buscar la razón en el viejo malentendido de lo “masculino” y lo “femenino”. Los tradicionales y rígidos estereotipos de género (que aún nos influyen a pesar de los cambios) limitaron durante generaciones a los hombres a la producción y provisión y a las mujeres a la nutrición y la crianza. Un buen papá es, en esta visión, el que asegura el bienestar material de su hijo y de su mujer y no interfiere en la relación entre ellos.
Así se instaló la creencia de que, en última instancia, los hijos son más de la mamá que del papá, que ella los entiende y atiende mejor. Y los hombres nos fuimos aceptando como “negados” para la crianza, para la nutrición, para el contacto emocional con nuestros hijos y para entender sus señales (llantos, síntomas, gestos, etc.) Así, también, salud, alimentación, educación y acontecer afectivo se convirtieron en “especialidades” maternas. Y hoy cuando un padre se propone ser más participativo en su paternidad se encuentra con que hay cosas que no sabe porque no le son familiares (y no porque sean ajenas a su condición de varón). ¿Cómo puede aprenderlas? De la misma manera en que las aprende la madre, la única posible: a través de un contacto frecuente y estrecho con el hijo.
Un papá no es una mamá y una mamá no es un papá. El hijo necesita del contacto con ambos para aprender que cariño, atención, nutrición y guía tienen diferentes modos de expresión según provengan de una mujer o de un varón. Michael Yogman, pediatra y pedagogo, dice: “El padre tiende a jugar más que la madre con el pequeño y sus juegos suelen se más vigorosos, más estimulantes más excitantes”. Los de ella son más acogedores, más sedantes. Así el chico aprende sobre sí mismo, sobre su sexo y sobre el opuesto y se educa para convivir en la diversidad. Cuando un papá viste al hijo no lo viste mal. Lo hace diferente de la madre. Cuando lo arroja al aire y lo baraja, no lo pone en peligro porque él sí puede recibirlo en sus brazos con seguridad (a la mamá probablemente se le caería, por eso ella juega distinto). Y cuando sale con ellos y vuelven sucios, es porque con el papá juegan distinto, a juegos más activos y exploran el mundo de otra manera. Son diferencias. No se trata de papá o mamá, sino de papá y mamá ofreciendo dos accesos distintos e integrados a la vida en la sociedad y al vínculo con los demás.

3 comentarios:

Mireia dijo...

Muy buen artículo, Ale. me ha gustado mucho, y lo comparto completamente. Pero, ademas, auqnue realmente la predisposición la tenemos las mamás, los hombres tambien pueden dar el pecho! Es algo que choca a mucha gente, otros ni lo creen... pero es así. Se han dado varios casos de padres que, con tesón (eso sí), han amamantado a sus hijos porque la madre no podía hacerlo. Y ademas, existen una tribu (ahora no recuerdo cuál ni de dónde) donde es el hombre el que da el pecho.
Aquí tienes una noticia:

http://fulvida.com/identidad/padres-que-amamantan

Pero vamos, que me he deviado del tema... que si, que los padres saben y pueden hacer mucho mas que lo que la sociedad quiere dejar hacer. Aun queda en demasiados rincones aquello de "criar es de madres", y eso significa desentenderse por completo de los hijos. Nada mas lejos, pueden y saben, lo que pasa es que la sociedad demasiadas veces no deja margen, como tu dices, parece prevalecer lo que es femenino y lo que es masculino, a la hora de educarlos. Y cada uno de nosotros aporta algo unico e insustituible... cada uno de nosotros tiene un lugar en su educación y crianza, valioso como el del otro progenitor. Y tener a dos progenitores que crien en lugar de uno, enriquece su vida enormemente.

Un saludo!
Mireia

Ale dijo...

Gracias Mireia por tu comentario. Efectivamente está demostrado que el hombre es capaz hasta de amamantar en casos extraordinarios.

Lo que me gusta del artículo, como a ti, es que resalta esa COMPLEMENTAREIDAD en la que estamos involucrados el papá y la mamá; es un poco de sentido común, si es una verdad universal que hombres y mujeres somos complemetarios por qué no habríamos de serlo a la hora de criar a nuestros cachorros =D
A mi me hace ruido además porque fuí criada sólo por la figura materna y programada a pensar que las mujeres poco o nada necesitamos de un hombre al lado...Y ahora viendo al papá de mis hijos tan involucrado y tan presente en su vida, me siento una mujer muy afortunada.
Un abrazo.

Un abrazo.

patricia metola dijo...

Mateo también es un gran escalador