sábado, 30 de enero de 2010

De la muerte, la vida y las respuestas que vamos encontrando


Todos estamos obligados a morir porque pertencemos al gran ciclo de la naturaleza. Y por que la naturaleza nos dió un cerebro más complejo que el de otros animales, todos sabemos que habremos de morir, aun si la medicina aleja temporalmente las fronteras de la muerte. Esta certeza nos empuja a darle un sentido a nuestra existencia y a dejar un rastro de nuestro paso sobre la Tierra. Es por esto que pensamos, creamos obras de arte, inventamos y fabricamos todo tipo de cosas, transformamos el mundo y conquistamos el espacio, y erigimos tumbas para nuestros muertos. Aún si nuestra cultura no nos permite modificar nuestra naturaleza mortal, nos ayuda a tener conciencia de ella, a aceptarla y superarla.

San tiene días preguntando sobre la muerte, sobre el significado de la vida, a veces mis respuestas no le bastan por supuesto. Creo que a sus cuatro años comienza a darse cuenta que no tengo todas las respuestas y que incluso algunas de sus preguntas, siguen siendo cuestiones insondables no sólo para sus padres, sino para toda la humanidad. Leímos el texto anterior en la biblioteca, nos gustó a los tres como respuesta y papá insistió en comprar el libro para tenerlo a la mano en casa: ¿Contrarios? Un libro para ejercitar el arte de pensar.

Desde que somos muy pequeños aprendemos que las ideas se oponen y comprenden una gracias a la otra: La oscuridad sólo se entiende en oposición a la luz, la alegría a través de la tristeza, el frío por el calor...
Luego, nuestro pensamiento se vuelve más sutil y nos permite comprender nociones más abstractas. Pero siempre continúa necesitando a los contrarios para progresar y ayudarnos a comprender la realidad y a nosotros mismos.
Este libro propone al joven lector (y también, por qué no, a los mayores) una forma de ejercitar y desarrollar el pensamiento a partir de doce pares de opuestos que a veces también se fusionan o se vuelven complementarios.
Por eso, leerlo, conversarlo y rumiarlo es una forma de ejercitarse en el arte de pensar que es uno de los instrumentos más valiosos para habitar y participar en nuestro complejo mundo. Un libro que crece con los lectores.
Una obra que no da respuestas pero que alienta a buscarlas.


Ayer mientras leía, José Saramago me dió su opinión en un párrafo por demás interesante, en Ensayo sobre la ceguera , que no dudé en compartir con mi hijo:

"...Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de manera equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla, "

2 comentarios:

lalit dijo...

Ale, tus reflexiones de este estilo son una delícia! Me encantan este tipo de entradas! Me emocioné leyendote... así que no puedo más que darte las gracias, desde un domingo por la mañana nublado. En casa aún no nos enfrentamos a este tipo de cuestiones, pero espero poder tener tu intuición y sensibilidad para darle respuestas de este calibre a mis hijos! San y Azul son muy afortunados de tenerte a su lado. Y sin duda muy felices... Un abrazo!

Ale dijo...

Emoticono sonrojado...gracias por acompañarme.
Un abrazo amiga =)