jueves, 23 de julio de 2009

Violencia


Últimamente tenemos una pequeñuela violenta en la casa. Le pega al hermano y busca pelea la mayor parte del tiempo que están juntos, ósea todo el día.
Hay que estar muy al pendiente de ellos porque el hermano afortunadamente ha aprendido a expresar sus emociones hablando, y no responde a las agresiones con agresiones y menos a su hermana pequeña, lo único malo de ello claro, es que resulta lesionado si no intervenimos.
Tiene dos años y medio y el problema, creo yo, es que aún no puede expresar todo lo que ella quisiera con el lenguaje. Así que cuando la desbordan los sentimientos (a veces los sentimientos violentos, pero a veces también de alegría o de cansancio o cualquiera), los expresa físicamente.
Resumí y EDITÉ a mi gusto el capítulo sobre la violencia de “el libro”, aquí mis notas:

Debemos hacer una distinción entre Acciones violentas y Sentimientos violentos, porque no son la misma cosa. Dos niños estàn jugando , uno de ellos quiere jugar con un camiòn y el otro se niega a dàrselo. El primer niño toma un palo y le golpea la cabeza furioso. Esto es una Acciòn violenta.
Los sentimientos violentos en cambio, son diferentes. Los sentimientos (ya sean de violencia o de alegria o tristeza, amor, ira, hostilidad) no están sometidos a un control consciente.
No podemos evitar que nuestros hijos o nosotros mismos tengamos sentimientos violentos. Estos son normales. No son otra cosa que la ira experimentada de un modo profundo e intenso. Aunque no nos sea factible sofrenar nuestros sentimientos ni los de nuestros hijos podemos aprender a controlar nuestro comportamiento y a abstenernos de cometer acciones violentas.
¿Cómo impedir que nuestros hijos apelen a las acciones violentas para zanjar sus discrepancias con otras personas? No hay ninguna prueba cientìfica de que los humanos sean innatamente violentos. Los hombres APRENDEN la violencia. Por descontado, las personas que les enseñan a ser violentos no se percatan en absoluto de lo que estàn enseñando. A los niños violentos y a los adultos violentos son principalmente sus padres quienes les han enseñado a ser asì.
Son varios los medios como los padres enseñan a sus hijos a volverse violentos. Uno es el ser ellos mismos violentos. El niño hace lo que ve.
Otro modo es transigir con la violencia del niño, al no establecer un freno bastante firme frente a sus acciones hostiles. Yo incluso he conocido casos en que una madre ha consentido que su hijo la golpeara. Si le prohibía algo al niño. Este se enfurecía y le daba puñetazos o patadas. Cuando el niño le pegaba, la madre quizá dijera “eso no se hace”, pero no impedía físicamente que su hijo le pegara. En casos como este, los padres suelen apelar a una supuesta “psicología infantil” para racionalizar su temor a decir que no a sus hijos y mantenerlos a raya. A menudo dicen que no quieren inhibir al niño.

Pues bien: a los niños hay que inhibirlos de algunas acciones. Hay que inhibirlos de que peguen a otros niños o a sus padres, de que sean crueles con los animales y destruyan la propiedad ajena. Los padres cometen un lastimoso error si no enseñan a sus hijos a inhibir semejantes ACCIONES. Lo que NO queremos inhibir en nuestros hijos son sus SENTIMIENTOS.
Si la madre no impone firmes limitaciones a las expresiones fìsicas de hostilidad y violencia de su hijo, el niño no podrá interiorizar esas limitaciones ni desenvolver un sistema de control para sus impulsos violentos. El niño QUIERE poder interiorizar esas restricciones contra la violencia física.
El pegar a un niño hostil significa querer resolver la violencia con violencia (recuérdese el chiste del padre que apaleaba a su hijo mientras le gritaba “eso te enseñará a pegarle a la gente”). Sin duda es preferible a no hacer nada, pero no es, ni de cerca, la mejor manera de resolver una situación de violencia.
Supongamos que tu hijo está pegando a otro niño. Si sabes controlar tus propias acciones y eres capaz de conservar tu sangre fría, agarra a tu hijo por los brazos, sujétalo con firmeza e inmovilízalo. Mientras estás haciendo esto míralo fijamente a los ojos y dile con severidad algo asì: “No te consiento que le pegues a tu hermano (amigo), puedes estar furioso con él pero no debes pegarle”
Los niños varían grandemente en cuanto a la facilidad o dificultad con que se les enseña a establecer una firme restricción a sus acciones violentas.
Por desgracia, algunos padres intentarán también impedir cualquier expresión de los Sentimientos violentos, lo cual es un error. Los niños experimentan emociones hostiles y violentas de vez en cuando y esto es normal. Los padres imaginan que, por prohibirle con el máximo rigor que manifiesten sus sentimientos hostiles le están enseñando a no tener tales sentimientos. Esto es imposible. Lo único que los padres le están enseñando es a reprimir sus emociones y a rechazarlas al inconciente.
Lo que sucede en estos casos es que los padres enseñan a su hijo a convertirse en un “niño modelo”. El chiquillo es exteriormente dulce, amable y cortés. Pero en su interior hierven los sentimientos violentos a los que no se les ha dejado ninguna salida. Es como una caldera sin válvula de seguridad.
Permítele a tu hijo una válvula de escape para su ira, déjale que exprese estas emociones y las manifieste en palabras.
- No seas tú misma una persona violenta
- Distingue entre Acciones violentas y Sentimientos violentos
- Refrena con firmeza las acciones hostiles y violentas de tu hijo
- Proporciónale una salida para que exprese sus sentimientos hostiles, anímalo a exponer verbalmente estos sentimientos
- Utiliza la técnica de la retroaccion para ayudarle a manejar sus emociones

Los adultos se permiten descargar sus sentimientos hostiles y violentos mediante salidas socialmente aceptables. La fantasía es una de tales salidas. Van a partidos de futbol en donde gritan desaforadamente que “maten al àrbitro”, leen novelas policíacas y contemplan escenas de violencia en el cine y la televisión.
Los niños precisan de esas salidas imaginativas tanto como las personas mayores. Necesitan un escape socialmente aceptable para sus sentimientos hostiles y violentos. Si la madre le prohíbe tener pistolas de juguete creará una pistola con un palo de madera o con el dedo índice y pulgar ¡pam, pam, te he matado! Deja que tu hijo se divierta con soldaditos y pistolas de juguete, si le apetece. Si le prohíbles toda clase de armas y juegos bélicos crearás una zona tabú en su mente, eso hará encuentre fascinante este tipo de diversiones y se dedique a ellas a tus espaldas, Pero tampoco entiendas equivocadamente lo que acabo de decir, no creas que debes pasar al extremo opuesto y tolerar que tu hijo compre cualquier clase de armas de juguete, yo nunca le compraría a un niño una pistola de juguete que disparase de verdad.
Tu hijo conoce muy bien la diferencia entre la violencia imaginaria de sus juegos bélicos y la violencia en acción cuando golpea a otro crío. Tenermos que refrenar con firmeza el comportamiento violento de nuestros hijos, pero hemos de depararles un escape socialmente admisible a sus sentimientos violentos.
Existe otra falacia que quiero desmentir, que los niños aprenden a volverse personas violentas por ver acciones violentas en el televisor. No hay pruebas científicas de ello. Los niños se vuelven violentos cuando los padres frustran sus necesidades psicológicas y los llenan de rabia y de violencia. Cuando imitan la violencia de sus padres. Cuando los padres los refuerzan con acciones violentas y no impiden con firmeza que les peguen a otros. Cuando no se les permite que desfoguen sus sentimientos violentos.
La medida preventiva más eficaz para que tu hijo no se convierta en un adulto hostil es el AMOR. No olvidemos que los adultos violentos son personas que han sido desprovistas de autentico amor en su niñez. No es suficiente frenar sus acciones violentas, al tiempo hemos de imbuirles a nuestros hijos los valores positivos del entusiasmo y la compasión y un interés genuino en ser útiles y considerados con los demas.
El terreno en el que puede crecer una auténtica y afectuosa preocupación por los demás en la mente de nuestros hijos es nuestra propia solicitud paternal por ellos.
**La imagen es de Miguel Ángel Díez

4 comentarios:

Zulema dijo...

Wow que interesante, en casa estamos pasando por algo similar con el bebé, a sus 13 meses no es que sea violento si no que yo pienso es "tosco" en sus movimientos. Pero casi siempre le toca al hermano.

Estoy que no se como hacer, y el texto me ayuda un poquitin, sobre todo la parte de separar las acciones violentas de los sentimientos violetos, con un bebe es dificil, y por ejemplo lo que hago en el momento de la agresión, lo tomo, lo abrazo y lo aparto, claro que le digo "pegar no" y no se si hago bien :S

El Mundo de Ariadna dijo...

interesantisimo!muchas gracias! mi peque alguna vez suelta la mano...pero es solo a mi y cuando no la hago caso y ella quiere contarme algo...

chose dijo...

Gracias por haber explicado tan bien la diferencia entre acciones violentas y sentimientos violentos. Creo que ahí estriba la clave de cómo manejar esas situaciones.
Chose

Ale dijo...

Ah sí, para mi también fue muy esclarecedor leer bien claro la diferencia entre actos y sentimientos y reafirmar que los sentimientos nos "nacen" simplemente, ni son "buenos" o "malos" ni pueden estar sometidos a control conciente, y esto aplica para todo tipo de sentimientos ;). Eso ayuda a cambiar la perspectiva un poco.

Zule en mi humilde opinión, para la edad de tu peque lo estás haciendo bien =) yo creo que con eso basta y ya más adelante le puedes ir dando herramientas para que con el lenguaje pueda expresar lo que ahora expresa físicamente.