Cuatro

Uno de estos días, viendo por el retrovisor tuve ganas de parar el carro y quedarme ahí, contemplándolo. Iba dormido, destilando por todos los poros una tranquilidad enorme; esa carita que tengo grabada en el corazón desde el día que nos conocimos, pareciera que no ha cambiado nada, igual de blanca, los mismos ojitos apretados sin apenas una que otra ceja doradilla, la misma bolita de carne por naríz, la misma boquita rosa perfectamente delineada y la misma expresión de paz, de amor inmenso.

Y luego despierta y me doy cuenta que no es el mismo, que crece a pasos agigantados, que mueve todo lo que le rodea como si le siguieran cientos de alas de mariposa; que a cada segundo explora, descubre, opina, concluye, ríe, se moja, grita, salta, corre, trepa, cuenta, perfecciona, maquina ideas...Qué rápido pasa el tiempo al lado de un hijo, qué maravilloso se ve el mundo con la luz de su mirada...

¡Feliz cumpleaños San!

Te habíamos deseado en nuestra vida con toda la fuerza de la ilusión y llegaste justo en el momento que tú lo creiste oportuno, acatando el llamado del amor y no el del tiempo óptimo o el de la conveniencia. Te amamos desde el día en que con tus escasos 8 milímetros nos pusiste a temblar de saber que venías, de saber que habías visto en nosotros dos una familia en potencia.

Te amamos desde entonces pero desde hace exactamente CUATRO años ese amor es correspondido. Cuatro años de verte, de tocarte, de escucharte, olerte y disfrutarte. Guarda en tu corazón un abrazo muy apretado de tus papás.